Carlos Murillo González
Desde el 2008, Ciudad Cárcel apareció en el mapa, fruto de la militarización de la vida cotidiana y en el centro del Estado policíaco, falsamente llamado “democrático”. El experimento comenzó con la infame “guerra” contra el narco de Felipe Calderón, continuada bajo el mandato de Enrique Peña, aunque sin tanto bombo y, ¿quién lo iba a decir? Vigente en la 4T, ya instalada como forma de vida “normal”. ¿La Iniciativa Mérida en su máximo esplendor?
Criminalización de la sociedad
El Estado policíaco promueve una vida de desconfianza mutua Estado-sociedad, como dentro de la misma sociedad. Por eso el “enemigo” es la sociedad; es decir, es un juego de poder político-económico donde quien más tiene, tiene la ventaja. Así en esta condición, vivir en sociedad es peligroso, para quien tiene y para quien no tiene los medios materiales e influencias políticas para sobrevivir en un espacio así. El resultado de esta cosmovisión potencialmente distópica, estadísticamente violenta y enmarcada como en un libreto de película futurística, pero sensiblemente real, eso es una ciudad cárcel. Entonces cada persona, cada ciudadano(a) se convierte automáticamente en sospechoso(a) de cometer crimen, por lo tanto y para “protegerle de sí mismo(a) le someten a ciertos filtro y candados para acceder a un avión, por ejemplo, no vaya a haber un terrorista suicida disfrazado y con una bomba, dispuesto a inmolarse. Es tan común como la “revisión de rutina” y los cada vez más frecuentes e incongruentes retenes policíacos y militares, como sucede en Ciudad Juárez [1].
¿Estado de sitio, para quién?
Quien paga los costos de la militarización del Estado policíaco son las clases y estratos más bajos de la sociedad. El pretexto es el combate a la delincuencia, pero en el fondo es una muestra de violencia simbólica, donde el protagonista es el estado y su antagonista es la sociedad. En Ciudad Cárcel, se sabe que la “vigilancia” policíaca y militar no hace disminuir los asesinatos, mucho menos el tráfico de drogas. Se me olvida aclarar que los retenes, los rondines de tropa y policías suceden en las colonias “conflictivas” de la ciudad que, curiosamente, son las más pobres, precarias y alejadas, en sus barrios como en sus escuelas y, en algún momento del pasado, en las casas. Por eso la clase media imaginaria, la pequeña burguesía, clama por el Estado policíaco, para proteger sus propiedades. Una generación de niños y niñas que ahora tienen 14 y 15 años, piensan que la policía les protege, que está bien que los detengan sin ningún motivo y ver uniformados con la cara tapada y armas de alto poder.
"Es una ciudad súper vigilada; hay policía municipal, estatal, Guardia Nacional y militares. Los ves por todas partes, a todas horas, como en una película de guerra, listos para el combate. Sin embargo, todo sucede en sus narices. Los sicarios siguen trabajando diario, hay robo de vehículos, asaltos, desapariciones, accidentes de tráfico… ¿a quién vigilan entonces?, ¿a les estudiantes universitarios?, ¿a les obreros?, ¿a las colonias pobres?; ¿es una guerra de clases?"
DDHH, ¿qué es eso?
Los derechos humanos (DDHH) es un concepto repetido por los medios, pero poco comprendido en general. Es como la simulación del Estado y la sociedad patriarcal con respecto a la igualdad de género: puro discurso. Hay un desconocimiento de los derechos elementales y una constante violación de los mismos que hacen un escenario ideal para los excesos del poder. En otras palabras: la gente desconoce sus derechos y el Estado abusa de ese desconocimiento. En Ciudad Cárcel, todos los días son violados derechos. Es una ciudad súper vigilada; hay policía municipal, estatal, Guardia Nacional y militares. Los ves por todas partes, a todas horas, como en una película de guerra, listos para el combate. Sin embargo, todo sucede en sus narices. Los sicarios siguen trabajando diario, hay robo de vehículos, asaltos, desapariciones, accidentes de tráfico… ¿a quién vigilan entonces?, ¿a les estudiantes universitarios?, ¿a les obreros?, ¿a las colonias pobres?; ¿es una guerra de clases? Siempre lo ha sido, pero ahora el enemigo somos nosotros mismos, no las clases altas ni el Estado policíaco, pues son nuestros “salvadores”.
"Ser migrante pobre es ilegal, pero es ¿legal que el ejército patrulle las calles?"
La frontera entre lo legal e ilegal
La Guardia Nacional (GN) vino ser en la práctica la Borber Patrol mexicana; “La Migra” para todos aquellos y aquellas que usan México para cruzar a Estados Unidos de manera ilegal. Ciudad Cárcel, al ser también una ciudad fronteriza, entre la línea que divide a los países desarrollados (EEUU) de los latinoamericanos, africanos, asiáticos y de otras latitudes, etnicidades y creencias, que cruzan una ciudad de casas enrejadas, de fraccionamientos cerrados; de tráfico frenético y trágico, donde es deporte extremo caminar, andar en moto o bicicleta, con la indiferencia de quien vive sumido en sí mismo. La GN es el último filtro que tiene que pasar un migrante en su tortuoso caminar antes de cruzar la frontera; la GN hace el trabajo sucio de La Migra, mientras el ejército construye aeropuertos, vías de ferrocarril y cuidad las aduanas. Ser migrante pobre es ilegal, pero es ¿legal que el ejército patrulle las calles?
No a la militarización
Vivir en Ciudad Cárcel no es fácil. Debes cuidarte de la policía y en general de todos los uniformados, además de los delincuentes comunes. Ciudad Cárcel es un experimento capitalista y del Estado patriarcal, de explotación del orden público hasta sus límites, estresando la vida de las personas y ejerciendo un método de control social dañino, proto fascista y anti democrático. La naturalización de la cultura de la violencia promovida por y desde el Estado va en contra del espíritu de libertad y . Se gobierna con miedo y por miedo a la gente y la gente tiene que darse cuenta de ello (por que Ciudad cárcel es invisible a simple vista) por que está acostumbrada a que se le violen derechos todos los días.
La policía no es tu amiga
La policía viola derechos diariamente con el aval de las clases altas y los gobiernos en turno. Hacen el trabajo de cuidar el orden (¿cuál?) molestando a la ciudadanía de a pie, por su aspecto (discriminación) mientras las instituciones de DDHH del Estado voltean hacia otro lado. ¿Cómo hacerle cuando la policía tiene permiso de matar y desaparecer? El Estado policíaco es una aberración burguesa para satisfacción del sistema de clases vigente. Estamos en una guerra civil híbrida, semi pasiva, mezcla de guerra sucia, guerra de exterminio y limpieza social. La policía es el instrumento por el cual el Estado ejerce el monopolio del poder a través del ejercicio de la violencia.
Notas
1. diario.mx: Pasajeros también son sometidos en revisiones de transportes